Me encanta Sarah Dessen. En realidad no tiene nada especial, o tal vez sí.
Sus historias son sencillas y optimistas. Recuerdan a aquellas películas de adolescentes, que se enamoran, sufren por amor, viven mil aventuras, y que, tras una serie de vicisitudes, terminan bien. Leyendo este libro o alguno de los anteriores (Una canción para ti o Atrapa la luna) me siento como si estuviera viendo Admiradora secreta (qué guapo era C. Thomas Howell, y qué mayor está -estamos- conduciendo la grúa en The Amazing Spider-Man) o Ya no puedo esperar (sí, Carlisle Cullen tuvo un pasado…)
Te vas sin decir adios sigue el mismo guión de las anteriores. Una adolescente, en el límite entre el colegio y la universidad, hija de padres divorciados con relativo éxito profesional y algo desplazadas, encuentran el amor que no estaban buscando y que cambia su futuro y su visión de la vida.
Y esta es la Historia de Mclean. Sus padres eran un matrimonio feliz. Su padre tenía dos pasiones, su restaurante y el baloncesto en general, y, en particular, el equipo universitario de su ciudad. Hasta el punto de ponerle a su única hija el nombre del entrenador del equipo.
Nadie esperaba que cuando este se retirara y llegara un nuevo entrenador, las vidas de todos ellos cambiarían. Y de qué manera. La madre de Mclean, una belleza sureña que conoció a su marido en la universidad, y con el que lleva el restaurante, se enamora del nuevo entrenador. Divorcio. Nuevo matrimonio. Gemelos.
El padre cierra el restaurante, que ya empezaba a ir mal. Un buen amigo suyo, antiguo jugador de la NBA le ofrece trabajo en su empresa. Como si de Gordon Ramsay se tratara, se dedica a auditar restaurantes que han comprado, para mantener o revender. Este trabajo le obliga a viajar por todo el país, y Mclean, decide irse con él. Eso la llevará a vivir en diferentes ciudades, diferentes institutos, diferentes vidas.
Porque en cada una de las ciudades Mclean (cuyo segundo nombre es Elizabeth), decide ser un nuevo «personaje», Eliza, Lizbeth, o Beth. Distintos nombres, distintas personalidades. Pocos amigos. Pocas raices.
En esta nueva ciudad tenía ya decidida una nueva persona, Liz, pero por diferentes motivos, todos sus planes se van a trastocar.
¿Que Sarah Dessen no ganará nunca el Nóbel? Efectivamente. ¿Que sus libros no son «memorables»? Puede que tampoco. Sin embargo, cumple con creces el objetivo de mantenerte entretenida durante algunas horas (yo me leí ayer este libro en siete horas, con un intermedio para preparar la cena y ver Juego de Tronos), y me lo pasé francamente bien. ¿No es esa la finalidad?