Sé que con mi post de esta semana me voy a ganar un montón de críticas, pero también, de vez en cuando, tengo que poder hablar de series que, a pesar de su fama o su prestigio, a mí no me gustan. Aunque la gente me mire como si estuviera loca. Porque, señoras y señores, a mí, no me gustan Los Simpson.
No le encuentro la gracia a la serie de Matt Groening, aunque a veces me pueda reír con alguno de sus gags, eso no lo niego. Y, tampoco puedo negar la admiración que me inspira el hecho de que una serie pueda durar tantos años, y que, por ejemplo, en nuestro país, donde no hay un episodio que todos nosotros (y me incluyo) no hayamos visto, al menos dos veces, pueda conservar buenos datos de audiencia. En un país como el nuestro, (dicho sea de paso) en el que, no hemos podido disfrutar, realmente, de ninguno de los cameos, puesto que la vemos doblada.
Otra serie que, siempre que he podido, me he negado a ver, es Malcolm (In the middle), cuyo sentido del humor nunca encontré. Ese pobre chico superdotado (o con altas capacidades, que se dice ahora), que tenía que soportar vivir en una sórdida familia de locos, tontos y raros. Recuerdo una época en la que mis compañeros de trabajo y yo teníamos la fortuna de poder comer viendo la tele. Entonces, unos días veíamos las Chicas Gilmore (que estoy viendo desde la primera temporada, y de la que hablaré muy pronto), y otras tocaba Malcolm, lo que para mí era una tortura. Excepto la escena del padre de Malcolm patinando, esa siempre será memorable.
Porque, para mi, Bryan Cranston siempre será eso, Hal, el padre de Malcolm. Aunque el resto del mundo le recuerde como Walter White, el protagonista de otra serie que no me gustó: Breaking Bad.
La historia es realmente original. La de un profesor de química de instituto normal, tirando a gris, casado y con un hijo adolescente con discapacidad, que tiene que trabajar por las tardes en una tienda para poder llegar a fin de mes, al que diagnostican un cáncer de pulmón inoperable, y con un tratamiento que no se puede permitir pagar. Y además tiene un cuñado. Un cuñado policía, para ser exactos.
En su camino se va a cruzar Jesse Pinkman (¿sabíais que Aaron Paul hizo un casting para Malcolm?). El encuentro con su antiguo alumno, que trapichea con drogas, va a darle a Walter una idea. Una idea muy descabellada. Fabricar droga. ¿Quién mejor que un profesor de química, (que podría haber llegado mucho más lejos, si un antiguo compañero no le hubiera dejado en la estacada) para crear una metanfetamina de tal calidad que los traficantes se la rifen?
Para su nuevo trabajo va a necesitar buenos materiales, (algo que no es fácil de adquirir en grandes cantidades), un sitio tranquilo y discreto, algo de ayuda… Jesse y él se van a convertir en socios, y el tímido profesor de química se va a convertir en un delincuente a lo grande.
La serie ganó la friolera de ciento treinta y premios, entre ellos, dieciséis Emmys y dos Globos de Oro, y tuvo doscientas diecinueve nominaciones (información que he recogido de la Biblia, quiero decir, de IMdB); además tiene un spin off, Better Call Saul, que, actualmente, sigue en antena.
Pero no es esta la única serie cargada de premios y buenas críticas que no me ha conseguido conquistar. Mr. Robot tiene también dos Globos de Oro y dos Emmys. Y yo lo intenté, de verdad. Quería que me gustara. Tenía todos los elementos para que así fuera. Empezando por el título de los episodios, todos ellos nombrados como archivos de películas, todos diferentes .jpg, .avi, .mkv. Eso me gusto. También el protagonista al que conocía como uno de los vampiros que tenían poco papel en los dos últimos episodios de la saga crepúsculo. Por no hablar de Christian Slater que para mí siempre será el eterno sustituto de River Phoenix; cuantos papeles habrá heredado de aquel actor que murió tan joven.
Eliot Alderson es un genio que trabaja en una empresa de seguridad informática. Es paranoico, antisocial, antisistema y drogadicto, aunque él cree que su problema de drogas está bajo control. Solo tiene un amigo, una amiga, para ser exactos, de la que, claramente, está enamorado, que trabaja con él.
Una noche tiene que acudir urgentemente a las oficinas del principal cliente de su empresa, que ha sufrido un ciberataque. Escondido entre el código del virus va a encontrar un mensaje dirigido a él. Puede elegir entre denunciarlo o seguir las instrucciones que le han dejado. Ya podéis imaginar qué decide hacer.
Claro que esa decisión tendrá sus consecuencias. Entre ellas verse envuelto con Mr. Robot, que tiene ojos y manos en todas partes, y le va a obligar a ayudarle en una serie de actos que poco a poco pasarán de antisistema a terrorismo puro y duro. ¿A que esta serie también tiene buena pinta?
Por hoy lo dejo aquí, no quiero cabrear a más gente. Seré más positiva el próximo día. Prometido.
Publicado en Tribuna de Ávila