Estos días de verano estoy aprovechando esos ratos en la piscina para charlar con mis vecinas adolescentes de libros. Es una de las cosas que más me gusta. No me cohibo en decirles si un personaje me «vuelve loca» y me entienden perfectamente. También les he recomendado algunos libros, entre ellos los fantásticos Hija de humo y hueso o Divergente.
El otro día me vieron con Mentes poderosas en la mano, y me preguntaron que qué tal. Mi respuesta fue: «¡Tenéis que leerlo!».
Y eso que (como siempre os digo) odio con toda mi alma engancharme a un libro y encontrarme que es el primero de una trilogía, y que el segundo aún ni se ha publicado en USA. ¡Necesito saber qué va a pasar con Ruby, y lo necesito ya!
Veamos. Un buen día de un tiempo cualquiera (que bien podría ser la actualidad, si tenemos en cuenta la crisis económica que atraviesan/atravesamos) la mayoría de los niños y adolescentes americanos mueren de una extraña enfermedad. Los únicos supervivientes son enviados a una especie de internados, que también podríamos llamar cárceles.
Los niños que han sobrevivido son una especie de mutantes con distintos poderes especiales, que harán que les dividan en cinco grupos diferentes, identificados por colores. Azul, verde, amarillo, naranja y rojo. Cuanto más cálido es el color, más poderosos y peligrosos se consideran.
Poco a poco, a través de Ruby, nuestra protagonista, iremos conociendo los poderes que implican cada uno de los colores, las pruebas a las que se han visto sometidos los niños y el (aún más) terrible futuro que les espera.
Y un golpe de «suerte» va a permitir a Ruby huir del «campo de concentración» en el que lleva interna desde hace seis años. Gracias a ello va a conocer a tres maravillosas personas que van a cambiar su vida completamente. Pero los cuatro tienen que escapar de sus perseguidores y encontrar un pequeño paraíso dirigido por un misterioso personaje. ¿Lo conseguirán? ¿Y qué encontrarán si llegan?