No sé si alguna vez os lo he dicho, pero nunca leo la sinopsis, ni la nota de prensa de un libro antes de leerlo. Prefiero que me sorprenda, meterme en la historia sin saber lo que me voy a encontrar. Alguna vez me he arrepentido, pero, por lo general, me llevo sorpresas muy gratas.
Esto último es lo que me ha pasado con Anna vestida de sangre, una novela de misterio y fantasmas, que te mantiene en vilo, para saber qué les pasará a Cas, Carmel y Thomas, e incluso a Anna, el fantasma que Teseo Casio Lowood, el protagonista de esta historia.
Y es que Cas, aunque odie que se lo digan, es un cazafantasmas. No tiene nada que ver con Bill Murray o Dan Aykroyd, ni siquiera con los hermanos Winchester, pero sí tiene un poder especial que le permite, ayudado de su áthame un cuchillo un tanto especial, que heredó de su padre, «atar» a los fantasmas y enviarlos allá donde quiera que deban estar.
Así que su madre (una bruja que prepara pociones para vender por internet o en las tiendas locales) y él recorren la geografía del norte del continente americano buscando fantasmas asesinos. No es nada nuevo para ellos; su padre ya lo hacía, hasta que uno de aquellos espíritus malignos lo mató.
Y esta vez uno de sus soplos ha llevado a Cas a un pueblo llamado Thunder Bay, a eliminar el fantasma de una chica asesinada el día del baile de graduación. Y algo más.
Para conseguirlo va a necesitar la ayuda de algunos de sus compañeros de instituto, del abuelo de uno de ellos, y hasta de su propia madre.