Tengo una compañera de trabajo que considera que nunca tiene suficientes zapatos. Yo, a veces creo que soy un hombre, porque nunca he tenido obsesión por los zapatos, y, mucho menos, por los bolsos. Lo mío son las series. Nunca son suficientes.
La pasada semana estuve de mini-vacaciones, (aproveché para visitar las oficinas de AMC, responsables de Fear the Walking Dead, Turn: Espías de Washington o Mad Men, entre otras y encima me volví a casa llena de regalos) poniéndome al día con (casi) todas las series (estoy sufriendo un pequeño atasco con la segunda temporada de Outlander).
Otro día estuve haciendo zapping, buscando cosas nuevas para ver. Con dos resultados positivos: Younger (TNT), de la que hablaré más adelante, y mi nueva obsesión, Scorpion (Fox Life), protagonizada por Elyes Gabel y Katherine McPhee (una de las Marilyn de otra que me tuvo enganchada, y de la que os hablé hace no mucho, Smash).
Scorpion está basada en hechos (más o menos) reales; concretamente en la vida de Walter O’Brien, un empresario irlandes que presume de tener el cuarto CI más alto jamás registrado, (198, mientras Einstein tenía «solo» 160), y de haber «hackeado» los ordenadores de la Nasa cuando tenía trece años, sólo porque quería decorar su habitación con algunos planos. Lógicamente, fue descubierto, y detenido. Cabe Gallo, el agente de Seguridad Nacional que se encargó de la investigación, acabó convirtiéndose en un segundo padre para aquel niño; al menos uno que comprendía cómo hay que tratar a un pequeño genio.
También vio su potencial, y pensó que juntos podrían hacer grandes cosas; como crear un sistema que ayudara a repartir ayuda a los refugiados de manera más eficaz. Lo que ninguno de los dos esperaba, era que, en realidad, se utilizaría para bombardear objetivos bélicos. Cuando el chico se dio cuenta de que había sido utilizado, rompió toda relación con aquella figura paterna.
Años después Walter ha reunido a tres «cerebritos» como él, y ha montado una empresa que hace pequeños trabajos de seguridad informática, y cosas similares. Pero una grave crisis aérea va a obligar a Walter y su pequeña «familia» a trabajar con el Agente Gallo (que no es otro que el T-1000 de Terminator 2). Un nuevo equipo se ha formado.
Scorpion es, efectivamente, una pequeña familia. Está Sylvester, (un genio matemático, experto en cálculo mental), plagado de complejos, terrores, hipocondría y desorden obsesivo compulsivo. Happy, que fue abandonada de bebé, y se crió en casa de acogida. Es una experta mecánica capaz de montar y desmontar cualquier cosa. Y Toby que es psiquiatra, experto en conducta. Él podría ser su mejor paciente, ya que sufre de ludopatía (y mala suerte); y además está loco por Happy.
Walter es superdotado, pero no es Sheldon Cooper. Si bien es cierto que le cuesta conectar con las personas, y no cree en nada que no pueda demostrar la ciencia, todos saben que es capaz de sentir cariño. Sobre todo en lo que se refiere a su hermana (enferma de esclerosis múltiple) y de Ralph, el hijo superdotado de Paige. Bueno, también es capaz de sentirse atraído por una mujer, no nos vamos a engañar.
Paige trabajaba como camarera, y cuidaba de un hijo al que no comprendía, hasta que Scorpion se cruzó en su camino. Ahora trabaja con ellos, sirviendo de enlace entre la realidad y las cuatro mentes prodigiosas. Mientras, ellos han dado a su hijo una vida que ella nunca hubiera podido siquiera imaginar, aunque en más de una ocasión haya que recordarles que es sólo un niño. Si os preguntáis si Paige canta, (lo primero que me planteo cada vez que encuentro un actor al que he conocido cantando, es si habrá un karaoke, un episodio musical, o algo) os diré que hay que esperar ocho episodios hasta que, por fin, tararea una estrofa.
Si os gustó Person of Interest o CSI: Cyber, esta es vuestra serie. Se emiten sus tres primeras temporadas actualmente en Fox Life. En octubre se estrenará la cuarta en USA.
Publicado en Tribuna de Ávila