Se acerca el invierno

Ponerse a escribir a estas alturas sobre Juego de Tronos es una osadía, lo sé. Creo que no queda un solo columnista o blogger que no haya expresado su opinión acerca de esta serie imprescindible que, hace cinco años ya, cambió los estándares de la televisión. Pero como hoy celebramos el día del libro, y mañana se estrena la serie en Estados Unidos, (y en España, simultáneamente, en la madrugada del domingo al lunes, gracias a Canal + Series, y además en VOS; ojala fuera siempre así), no podéis negar que era un tema cantado para mi post de hoy.

2011 fue un año histórico para los fans de George R.R. Martin. No sólo se estrenó la serie, con un éxito abrumador, sino que también se publicó (en inglés, para la versión en español hubo que esperar hasta 2012) Danza de Dragones, el quinto libro de la saga, (que en un principio se planteó como trilogía, pero que, finalmente, o hasta nueva orden, será una heptalogía).

 

 

Tras Juego de Tronos (que, en contra de lo que muchos creen, sólo es el título del primero de los libros, publicado en USA en 1996, y que no llegó a España hasta el 2002) llegaron Choque de Reyes (1998-2003 en España), Tormenta de Espadas (2000-2005), Festín de Cuervos (2005-2007), y Martin tardó otros seis años en publicar el quinto libro, con rumores sobre su salud incluidos, que mantuvieron (y mantienen) en vilo a sus seguidores, (sobre todo, cada vez que un gracioso en Twitter decide matarle) y que aún circulan. (Es más, se comenta que le podría haber contado el final de la historia a los creadores de la serie, por si acaso). Vientos de Invierno y Un Sueño de Primavera son los títulos de lo que aún nos queda por conocer.

Aquellos que habían leído los libros (yo aún estoy en ello) sabían lo que se iban a encontrar en el mundo imaginario de Westeros (o Poniente, como se ha traducido al español). O, al menos, eso creían. La adaptación de la novela a la pantalla ha sido excelente (al menos en sus primeras temporadas, aunque poco a poco se haya ido desviando del original), pero se agregó un ingrediente adicional, que muchos no esperaban: El sexo explícito. Muy explícito. Una amiga, fan de la saga literaria, empezó a ver el primer episodio con su hijo, (que entonces tenía nueve años), esperando algo parecido a El Señor de los Anillos, y se encontró con Juego de «pornos» (como lo llamamos en mi casa). Huelga decir, que mandó rápidamente al niño a la cama, intentando explicarle qué estaban haciendo Jaime y su hermana Cersei.

 

 

 

Es esta una grandísima producción. Corta (sólo diez episodios por temporada), rodada en diferentes partes del mundo, incluida España (me siento muy orgullosa de que el director de todas las escenas de figuración grabadas en nuestro país, sea alguien muy cercano a mi familia), con grandes paisajes, grandes batallas y grandes efectos especiales, con una secuencia inicial de títulos digna de estudio, de temática medieval fantástica (en ambos sentidos de la palabra).

Pero, al contrario que otras historias con las que se podría comparar (es inevitable pensar en la obra de Tolkien), hay momentos (sobre todo en las primeras temporadas) en los que ni te acuerdas de lo imaginario, de los dragones y de los Otros (que no tienen nada que ver con Amenábar) y te centras en las luchas por la sucesión del gran Trono de Hierro entre las familias Stark, Lannister, Baratheon, Targaryen o Tyrell. Porque al final todo se centra en lo mismo. El Poder.

 

 

A grandes rasgos, (es imposible hacer un resumen sin la ayuda de un árbol genealógico y, además, sin caer en el spoiler) todo empieza cuando Eddard “Ned” Stark (interpretado por Sean-muero-en-todas-las-películas-Benn), Guardián del Norte y Señor de Invernalia, es llamado a la Corte por el Rey, Robert Baratheon (Mark Addy, el gordito de Full Monty, que, claramente, no consiguió adelgazar envolviéndose en papel film) para ocupar el puesto de Mano del Rey.

Ned, casado con, Catelyn, de la familia Tully, tiene cinco hijos legítimos y un bastardo reconocido. Y todos ellos tendrán un papel fundamental en la historia de Poniente. El mayor, Rob, es el futuro señor de Invernalia. Sansa (rubia, o quizás pelirroja, y tonta, sin ninguna duda) está destinada a casarse con Joffrey Baratheon, uno de los mayores villanos de la historia de la televisión, hijo de Cersei Lannister y el Rey Robert. O quizás no. Arya, es, sin embargo, uno de los personajes que mayores simpatías se ha ganado entre los seguidores de la serie, a base de tesón y valentía. Bran fue uno de los primeros en sufrir en sus propias carnes, la maldad de los guapísimos e incestuosos gemelos Lannister, (entre los dos juntos, Cersei y Jaime, tan  guapos y tan altos, no llegan ni a la suela de los zapatos de Tyrion, su hermano pequeño, en edad y tamaño, y uno de los personajes favoritos de todo el mundo). Y el pequeño Rickon que crece ante nuestros ojos, y que seguro que tendrá un papel relevante en el futuro, aunque aún no lo sepamos. Igual nos sorprende en esta nueva temporada en la que los hermanos pequeños volverán a cobrar importancia (no aparecieron en la última).

 

 

Jon Nieve (lo de Snow o Nieve viene a ser nuestro Expósito), merece un párrafo aparte. Guapo y bajito (para mi gusto), su padre lo envía a vestir el negro en la Guardia de la Noche (algo así como mandarlo a un monasterio, igual de célibe, pero mucho mas frío y peligroso) cuando parte de su hogar para ocupar su puesto de Mano del Rey, entre otras cosas, porque no se fía de su mujer, que paga con el hijo ilegitimo la rabia por la infidelidad que causó su concepcion. La defensa del (kilométrico) Muro (de hielo) es vital para la supervivencia de los reinos del Norte. Al otro lado se encuentran los Otros, unos amenazantes seres malignos con poderes sobrenaturales. Jon y su huargo (casualmente Ned encontró seis cachorros, y regaló uno a cada uno de sus hijos) van a ser piezas fundamentales en el desarrollo de la historia.

Mientras todo esto sucede en Poniente, al otro lado el mundo, Daenerys Targaryen (que empieza de lo más “modosita” y cómo se crece según avanzan las temporadas) y su odioso hermano Viserys, hijos del anterior rey, (que fue asesinado por Jaime Lannister, alias Matarreyes) y que deberían ser los legítimos herederos del Trono de Hierro, intentan sobrevivir y, ya de paso, conseguir un ejercito que les ayude a recuperarlo. Todo ello pasa por casar a la hermana con Khal Drogo, un poderoso jefe tribal, Señor de los Caballos, algo bruto y poco hablador. Como regalo de boda, la nueva Khaleesi va a recibir de su ¿fiel? amigo Jorah Mormont, algo muy especial: Tres huevos de dragón, eso sí, petrificados.

 

 

¿Qué quedan muchos personajes por conocer?¿Qué quedan muchos acontecimientos por contar? ¿Qué queda mucho por saber? Por supuesto. Podría pasarme todo el día escribiendo sobre Margaery, Sam, Theon, Lord Varys, Brienne, El Perro, Stannis Baratheon, Meñique, Ser Davos, Hodor, Melissandre, Osha o Gilly.

Lo difícil es dejarlo aquí. Pero esto es solo un aperitivo, por si alguien aún no ha visto la serie, y decide (milagrosamente) ponerse con ella (justo después de leerme). Al fin y al cabo las cinco primeras temporadas están en DVD y con Yomvi se puede guardar la sexta y verla cuando se quiera. A episodio por día, en un par de meses la habéis terminado (si es que, una vez que hayáis empezado, podéis ver un solo episodio por día, esto es como las patatas del anuncio, no puedes comer solo una).

 

 

Es una serie imprescindible, como decía al principio del post. Pero no le cojáis cariño a ningún personaje, por importante que os pueda parecer. George R.R. Martin no respeta a nada ni a nadie. Ni siquiera, las bodas. Eso menos que nada.
Y aunque estemos en primavera, no olvidéis la rebequita, porque se acerca el invierno.

 

Publicado en Tribuna de Ávila