Pórtate bien

¿Qué hace una actriz inglesa, recién llegada de Downtown Abbey interpretando a una ladrona alcohólica?  ¿Y el hispano-argentino, hijo de la profesora de teatro más sobrevalorada del show-business español, en una serie americana? Juntos son los protagonistas de Buena Conducta, una serie que emite el canal TNT, y que (también) acaba de ser renovada para una segunda temporada.

Michelle Dockery es Letty, y acaba de salir de la cárcel por buena conducta. A su vida no le falta un detalle. Hija de madre soltera, y madre soltera a su vez. Aunque a su hijo lo está criando su madre. Es más, hay una orden de alejamiento, que le impide acercarse al niño. Y es que le quitaron la custodia por (entre otros delitos) posesión de sustancias ilegales. Ha estado trabajando de camarera en un bar de mala muerte, con un jefe aún peor. Está intentando ir por el buen camino, pero no lo está teniendo fácil. Bueno, tampoco es que esté poniendo mucho empeño. Y la ayuda que recibe de su agente de la condicional, tampoco es mucha ni demasiado desinteresada.

Su «trabajo» actual es robar en habitaciones de hotel. Uno de sus contactos le proporciona la información, y una llave maestra. Y ella «limpia» las habitaciones y las cajas fuertes de los clientes. Ella es buena (persona y ladrona). Muy buena. El problema es cuando uno de los huéspedes vuelve a la habitación antes de tiempo, y ella se ve obligada a esconderse en un armario, para no ser descubierta.

Javier, (Juan Diego Botto) tampoco es un santo. Más bien lo contrario. Es un asesino a sueldo. Y, mientras Letty está escondida en el armario, va a ser testigo de cómo Javier es contratado por un cliente para matar a su mujer, y de todos los detalles pormenorizados del “evento».

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La prioridad de Letty va a ser salir de esa habitación vivita y coleando. Aunque, por el camino, cual Cenicienta, se deje la llave maestra. Lo que significa que va a tener que volver a buscarla. Pero, en el intento, se va a cruzar con Javier, y decide salvar la vida de esa pobre mujer.

Su «trabajo» actual es robar en habitaciones de hotel. Uno de sus contactos le proporciona la información, y una llave maestra. Y ella «limpia» las habitaciones y las cajas fuertes de los clientes. Ella es buena (persona y ladrona). Muy buena. El problema es cuando uno de los huéspedes vuelve a la habitación antes de tiempo, y ella se ve obligada a esconderse en un armario, para no ser descubierta.

Javier, (Juan Diego Botto) tampoco es un santo. Más bien lo contrario. Es un asesino a sueldo. Y, mientras Letty está escondida en el armario, va a ser testigo de cómo Javier es contratado por un cliente para matar a su mujer, y de todos los detalles pormenorizados del “evento».

La prioridad de Letty va a ser salir de esa habitación vivita y coleando. Aunque, por el camino, cual Cenicienta, se deje la llave maestra. Lo que significa que va a tener que volver a buscarla. Pero, en el intento, se va a cruzar con Javier, y decide salvar la vida de esa pobre mujer.

Como buena reina del disfraz y el engaño que es, va a hacerse pasar por una profesora de inglés que está escribiendo un libro, a entablar conversación con él, a coquetear, a tomarse unas copas (justo el día que había tirado por el desagüe todo el alcohol que le quedaba en casa), a cenar, y, de postre, a pasar la noche con él. Y, ya de paso, va a intentar evitar el asesinato. No me preguntéis cómo, pero al final Letty va a acabar (no sólo) trabajando con (más bien para) Javier.

Esta serie es la adaptación de una saga de novelas, (que no, no he leído), escrito por Blake Crouch, (también autor de Wayward Pines). Fue presentada en España por Juan Diego Botto, (algo normal), que lo definió como “un thriller con sentido del humor pero que claramente es un drama». En ese mismo acto tuvo lugar la presentación de la tercera temporada de The Last Ship (con la presencia de Eric Dane, que yo me perdí, mecachisenlamar). Para amantes del género.

Publicado en Tribuna de Ávila