Aún no te he perdonado, Shonda

Doy por sentado que la persona que lea este post es consciente de todos los personajes principales que Shonda Rhimes se ha cargado a lo largo de las doce temporadas de Anatomía de Grey, o no le importa que se lo cuenten; hasta la llegada de Juego de Tronos, ninguna otra serie había eliminado protagonistas con tanta «alegría» como esta. Si no es así, no sigáis leyendo. Alerta de spoiler.

Si habéis decidido continuar, bienvenidos.

Descubrí Anatomía de Grey cuando en España ya íbamos mediados por la segunda temporada. Tenía la primera (cortita, sólo nueve episodios) y una noche de viernes, que no tenía planes, pensé ver un par y quedarme dormida con el runrún de la tele. Lo siguiente que recuerdo es que eran las cinco de la mañana, que me había visto los nueve episodios del tirón, que estaba llorando a moco tendido, y buscando la manera de ver más a cualquier precio. Droga dura.

A estas alturas de la película supongo que nadie ignora que ese «Grey» no tiene nada que ver con el de las sombras, (que deberían de ser tonos), si no que es la historia de Meredith Grey, una licenciada en medicina que, después de algunos años de «vagabundeo», comienza su residencia en cirugía en el Seattle Grace, el mismo hospital en el que, años ha, trabajó su madre, una prestigiosísima cirujana, ahora enferma de alzhéimer. Lo que no sabe es que va a trabajar a las ordenes de Richard Webber, el gran amor de la vida de su madre, y cirujano jefe, y, entre otros, el doctor Derek Shepherd, el recién llegado (y guapísimo) neurocirujano, uno de los más importantes del país, con el que, sin saberlo ninguno de los dos, tiene un rollo la noche antes de su primer día en el hospital. Y lo que podría haberse quedado en eso, en el rollo de una noche, se convierte en una de las historias de amor más bonitas y duraderas de la televisión. Hasta que Shonda decidió rompernos a todos el corazón.

Lógicamente, Derek y Meredith no llegaron solos al hospital. Junto a ella, y bajo la directa supervisión de la doctora Bailey (alias «la nazi», que luego va a resultar un pedazo de pan) llegaron sus compañeros de promoción.


Izzie Stevens: Hija de madre soltera y pobre, trabajó como modelo para pagarse los estudios. Se enamoró de un paciente, (ni Sobrenatural, ni Watchmen, ni The Walking Dead, para mi Jeffrey Dean Morgan siempre será Denny Duquette), lo mató intentando salvarlo, se volvió loca, heredó, montó una clínica gratuita en el hospital, se enrolló con George, se enamoró de Alex, vio fantasmas, tuvo cáncer, se casó con Alex, se curó del cáncer, dejó a Alex, desapareció. Nadie se acuerda de ella.

George O’Malley: Si Shonda quería que recordáramos a un personaje por su forma de morir, ese es el pobre 007. Siembre fue bueno y un poco ingenuo (Cristina le llamaba Bambi); se lió con una enfermera (que le pegó una ETS), con Meredith (experiencia para olvidar), se casó con Callie, le puso los cuernos con Izzie, se alistó en el ejército y fue atropellado por un autobús, por proteger a una chica desconocida. Murió en el quirófano, con todos sus amigos haciendo lo imposible por salvarle la vida. Ese momento en el que Meredith descubre que el paciente sin nombre, completamente desfigurado, es George me pone la carne de gallina cada una de las mil veces que la he visto.


Cristina Yang: La (única) hermana no natural de Meredith. Ambiciosa, inteligente, reservada, mordaz, parece increíble que una persona tan antipática cayera tan simpática. Se enamoró del jefe de cardiología, fue la mejor en la especialidad, se prometieron, la dejó plantada en el altar, se enamoró del cirujano con síndrome post traumático, se casaron, se compraron una antigua estación de bomberos, se separaron, no dejaron nunca de quererse, pero ella se fue a Suiza a dirigir el mejor centro de cardiología del mundo, bajo las órdenes de aquel que una vez la dejó plantada. Creímos que la serie no podría sobrevivir sin ella. Estábamos equivocados, si bien es cierto que siempre parece que va a aparecer al abrirse un ascensor.

Por cierto, los ferrys y los ascensores son una parte fundamental de la serie. Sobre todo en lo que se refiere a Mer-Der. (A los americanos les encantan estos «diminutivos» para nombrar a sus «OTP», o «one true pair», vamos, parejas que están hechas el uno para el otro.) La de cosas que han pasado esos dos dentro de un ascensor.

Alex Karev: Ahí sigue. Se ha tirado a medio hospital, médicos, enfermeras (él fue el que contagió la ETS a la que, a su vez, contagió a George), pacientes, se enamoró de la madre de Edward Cullen, que se suicidó, se casó con Izzie, que le abandonó. Ahora vive con Jo, otra cirujana con un pasado tan turbio como el suyo. Según hemos conocido su infancia y adolescencia, se nos ha ido olvidando que era uno de los macizos más odiosos de la serie. Ahora, ni macizo, ni odioso, hace lo que puede para sustituir a Cristina en la vida de Meredith.

Porque la vida de Meredith ha sido siempre complicada. Su madre abandonó a su padre y escapó de Seattle con ella (con los años descubriremos que estaba embarazada de Webber y que tuvo una hija, a la que dio en adopción, que también es cirujana, y que, como no hay hospitales en el mundo, acabará trabajando con su hermana y con su padre.) Tiene serios problemas de confianza, en ella misma y en los demás. Cristina y Derek la ayudaron a superarlo. Claro que Derek se lo puso difícil. Llegó, la conquistó, olvidó decirle que estaba (mal) casado, la dejó por su mujer, se puso celoso, y al final se divorció y se casó con ella, escribiendo los votos en un post-it. Fueron una pareja feliz durante años, (excepto un pequeño lapsus justo antes de adoptar a su primera hija) sobrevivieron a tiroteos, accidentes de avión, ahogamientos, bombas, incluso sobrevivieron a la dificultad de vivir cada uno en una punta del país.

Y entonces llegó Shonda que en una misma temporada nos castigó, relegando a Derek a pequeñas apariciones como estrella invitada en un puñado de episodios, nos hizo creer que Meredith había tenido un affaire, luego que el infiel era Derek. Y justo cuando Derek le dice a Meredith que no puede vivir sin ella, y ella le dice que sí puede vivir sin él, pero no quiere, cuando él decide dejar de trabajar para el mismísimo Obama en Washington y volver a casa con su familia, un maldito accidente de coche y unos médicos incompetentes nos lo roban.


Pero las de Derek y George no han sido las únicas muertes traumáticas que nos ha «regalado» la reina de la televisión de los jueves (además de esta, el mismo canal (ABC) emite en USA la noche de los jueves Scandal y Cómo Defender a un Asesino, ninguna de las cuales he visto aún, porque tengo a Shonda castigada.) Quién podría olvidar a Lexie y Marc, que después de su azarosa vida sentimental, acabaron dando nombre al hospital, como homenaje a su trágica desaparición.

Lexie era la hermana (por parte de padre) de Meredith. Mark fue el mejor amigo de Derek, y el hombre a quien había pillado con su mujer en la cama. Pero acabaron haciendo las paces, y estuvieron a punto de ser cuñados. Pero entonces Mark dejó embarazada a la exmujer de George, que para entonces salía con Arizona, la especialista de pediatría: ¿os habéis perdido ya?


Lo bueno que tiene un hospital es que entra y sale un montón de gente, así que, a lo largo de doce años, imaginad la de actores invitados que han aparecido en algún episodio o han llegado hacerse más o menos regulares, y a los que hemos visto llegar, irse, enamorarse, aborrecerse, emborracharse, bailar, vivir, sobrevivir, recaer o morir. Podría estar horas hablando de esta serie, y me dejo en el tintero un montón de personajes tan importantes como April y Jackson, (esa escena en la boda de ella con otro en la que él le dice que está enamorado de ella, es impagable), o Amelia, la hermana de Derek, o Addison su exmujer (antes de que se me olvide, la serie tiene un spin-off, Sin Cita Previa, protagonizado por ella, que se fue a practicar la medicina a una clínica privada) pero, creo que (otra vez) me he extendido demasiado en este post.

Un par de curiosidades “musicales” de Anatomía de Grey (aparte de tener una banda sonora remarcable): cada uno de sus episodios (y van ya más de doscientos cincuenta) está titulado como una canción. Y, también señalar que, por algún motivo que nunca llegaré a entender, hicieron un episodio musical, en el que todos cantaban. Absolutamente prescindible en la forma, aunque no en el fondo.


Actualmente podéis encontrar las últimas temporadas de Anatomía de Grey en Fox y en Divinity. Pero es esta una serie que siempre está emitiendo algún canal. Y, por supuesto, podéis comprar los DVD. Si os gusta llorar, los hombres guapos, y las historias de amor, enredo y desamor, esta es vuestra serie. No apta para hipocondríacos.

El vídeo de la cabecera es el homenaje que el canal ABC hizo a Derek Shepherd cuando murió. Y pronto veremos a Patrick Dempsey en la nueva entrega de El Diario de Bridget Jones.

Publicado en Tribuna de Ávila