Todos necesitamos un culebrón en nuestras vidas. De esos en los que lo único importante son las (siempre complicadas) relaciones personales entre sus protagonistas. Los encuentros y desencuentros, fidelidades e infidelidades, y la muerte (más o menos inesperada) de alguno de los personajes más queridos u odiados.
Así que, aprovechando el hiatus del que os he venido hablando, he empezado con una de esas series que siempre me recomiendan las cookies (esos seres que viven en tu ordenador y te sugieren en función de lo que navegas o buscas): el clásico adolescente O.C.
Es esta una serie que comenzó a emitirse en Fox en 2004, que duró cuatro temporadas, y se quedó al borde de ser centenaria. Si la buscáis, vuestras cookies seguramente os recomienden también Melrose Place, One Tree Hill, Pretty Little liars, o Gossip Girl. Series profundas donde las haya.
El mayor atractivo de esta serie concreta, aparte de la música, es el lujo de ver a conocidos actores actuales, en su edad post-púber, algunos apenas reconocibles en papelitos prácticamente testimoniales (como Paul Wesley haciendo de camarero macarra y violento en un único episodio de la primera temporada). Estas semanas he estado compaginándola con Gotham, por el simple placer de ver al protagonista de Ambas (Ben Mckenzie) como en uno de esos anuncios de antes y después. Apenas ha cambiado.
O.C. son las iniciales de Orange County, un condado de California, donde se encuentra Newport Beach, una lujosa zona residencial, donde todo es lujo, y todas las mansiones tienen casita de la piscina (mayores que muchos de nuestros pisos). En una de estas casas viven los Cohen.
La historia gira en torno a ellos, que a primera vista, son una pequeña familia acomodada más. Sandy Cohen (Peter Gallagher) es judío. Es abogado de oficio. Nació en Nueva York y se fue de casa con dieciséis años. Pero acabó casándose con Kirsten Nichol (Kelly Rowan). Millonaria. Hija de uno de los empresarios más ricos y con menos corazón del condado, con el que, además, trabaja. Ambos tienen un hijo, Seth (Adam Brody), friki, neurótico, algo bocazas, inseguro y solitario; es el precursor del Stiles de Teen Wolf (hasta en la voz se parecen). A partir de estas tres personas hay tejida una intrincada (y endogámica) red. Empecemos por Ryan (Ben McKenzie), el único elemento extraño de esta tela de araña, y a la vez nexo de unión.
Ryan ha crecido en Chino, el peor barrio del condado. Su padre está en la cárcel, su madre está siempre borracha y cambiando de novio. Una noche Ryan y su hermano roban un coche, y como es de esperar, la policía les pilla. Y el destino va a querer que Ryan sea su abogado. El chico es menor de edad, sin antecedentes, y tiene un excelente expediente académico (algo que tiene aún más valor, teniendo en cuenta dónde vive). Sandy cree que Ryan tiene potencial, y que merece una segunda oportunidad en la vida. Así que decide llevárselo a su casa. Pronto se convertirá en un miembro más de la familia. que ya, desde la primera noche se va a ganar a Seth y a Marissa, la vecina de al lado. Ay, Marissa.
Marissa (Mischa Barton) es monísima. Alta, y delgada. Tiene la personalidad y la autoestima de un fideo. Y además es el paradigma de la «drama queen», que dicen los americanos. Vamos, que va a dar mucho juego. Los padres de Marissa son Julie (guapa y mala, muy mala) y Jimmy Copper (Tate Donovan), que estuvo a punto de casarse con Kirsten. La mejor amiga de Marissa es Summer (Rachel Bilson), sexy y no muy lista, de quien Seth lleva enamorado toda su vida, aunque nunca han cruzado una palabra.
¿Os habéis hecho ya un lío? Pues esto no es nada, porque tienen que pasar multitud de personajes, más o menos regulares. Como Jeffrey Dean Morgan haciendo un papelito de una única escena, Chris Pratt, Shailene Woodley, Michael Nouri (el prota de Flashdance), Willa Holland (la hermana de Oliver Queen en Arrow), Olivia Wild (Vinyl, In Time), Cam Gigandet, Nikki Reed, o Jackson Rathbone (tres de los vampiros en La Saga Crepúsculo), Kayla Ewell (Crónicas Vampíricas), Eric Balfour (24, Haven), Paris Hilton, varios grupos musicales como The Killers o Death Cab for Cutie, o, cosas del destino, Morena Baccarin, que nunca llegó a compartir escenas con Ben McKenzie entonces; aunque, años más tarde, coincidirían en Gotham, donde se conocieron, se enamoraron, tuvieron una hija, y (justo la semana pasada) se casaron. Casi mejor que no se encontraran entonces, porque, por lo visto, el rodaje fue un infierno de egos adolescentes. (Si hablamos de culebrones, habrá que hablar de los de la vida real también).
O.C. fue creada por Josh Schwartz (padre también de Gossip Girl) y se emitió en TVE, (en la 1, la 2 y Clan) y después pasó a Neox. Ahora la podéis encontrar en DVD.
Publicado en Tribuna de Ávila