A qué saben…

Esta semana toca música. Y sí, ya sé que podría haber elegido para nombrar este post una canción del último trabajo de El Hombre Gancho, Incontrolable, pero es que los dos primeros discos del grupo de Córdoba, hechos con tanta ilusión, aún son mis favoritos, después de tantos años.

Contigo porque me matas y A santo de qué son, para mi gusto, dos de los discos más desaprovechados de la década que vio comenzar el nuevo siglo. Aún ahora encuentro nuevos matices en canciones tan diferentes como Dispara, El Amo de la Baranda, A qué Saben, Muñeco de Hojalata, A Santo de qué, Esta Noche, Que Siga la Apuesta, (el himno de aquella Tribu que me hizo descubrir los chats y los foros, y con la que me volví a reunir gracias a Facebook) o El Hechicero que es, sin duda, mi favorita de todas las canciones que el grupo ha grabado, la que tuvieron que recuperar en sus shows, con tal de no tenerme que aguantar pidiéndola una y otra vez, la que Maikel siempre me dedicó y la que me regaló en el cuarenta cumpleaños más especial de cuantos se pueden imaginar.

Luego llegó Navegantes, el último disco del grupo publicado por una multinacional. Siempre me he quejado de que su compañía discográfica, no les dio todo el cariño que necesitaban. Que tenían mucha más calidad que otros grupos en los que se gastó más dinero y más esfuerzo, que merecían más. Mucho más.

 

Pero no perdieron las ganas, aunque la multinacional les cerrara la puerta. Publicaron en compañía independiente Si tú te dejas y Las Aventuras de El Hombre Gancho, su disco y DVD en directo (de estos últimos discos me siento especialmente orgullosa, puesto que el diseño de las portadas salió de mi casa, y es que no sé si os he dicho alguna vez que mi marido es diseñador gráfico).

Y después… El silencio. Los cuatro amigos ya no lo eran. El Hombre Gancho había muerto. Y con ellos los conciertos, el ritual. Los colegas, las camisetas, los camerinos, la complicidad, la magia, Maikel olvidándose de alguna letra…

Estuve en el primer concierto de «los Ganchos» en Madrid por obligación. Y en el segundo. Y en el tercero. No sé cuándo la obligación se convirtió en devoción. Sólo os diré que la primera vez que me perdí uno de sus directos en mi ciudad, fue porque estaba ingresada para dar a luz. Incluso viajé para verles en otras ciudades, y aún lo sigo haciendo. Y no lo voy a negar, cada vez que me han dedicado una canción, me he sentido alguien especial.

Maikel de la Riva es el nombre del álbum que éste grabó en solitario en 2009. Sus letras, inconfundibles, podrían haber llegado a mucha más gente, podría haber vendido más discos, haber dado más conciertos, pero no pudo ser. El inicio de la crisis coincidió con el de su carrera como solista, y nadie quería invertir en un valor que no fuera «absolutamente seguro». Las cosas de la vida, se trataba de la misma compañía discográfica que publicó los tres primeros discos de El Hombre Gancho.

Y después de tantos años de ausencia, lo que parecía imposible, la vuelta de El Hombre Gancho, ya no lo era tanto. (Aunque, no os voy a engañar. Si después de todo lo que pasó entre los miembros de Spandau Ballet, estos se reunieron, grabaron un disco, un documental, y cerraron un par de giras mundiales, nada es imposible). Primero fue un concierto de homenaje. Luego empezaron los rumores. Más tarde las redes sociales nos fueron informando de lo que se estaba fraguando. Y por fin vio la luz Incontrolable, su disco más reciente.

Maikel y Pepe, acompañados de una estupenda banda, o a solas con sus guitarras, se han encargado de viajar por la geografía española para presentar este trabajo del renacido Hombre Gancho, con el mismo espíritu, y ese punto «canalla» (sí, canalla, porque, esa expresión debió de haberse acuñado para describirlos a ellos), esas letras que son pura poesía y las guitarras impecables e inconfundibles de Pepe, que me recuerdan que, aunque todos somos «algunos» años más viejos, seguimos siendo los mismos.

Algunas personas me preguntan por qué, a lo largo de todos estos años, me empeño en defender, e insistir una y otra vez con El Hombre Gancho. Porque me gustan. Mucho. Porque creo que son muy buenos. Pepe y Maikel son mis amigos, sí. De esos que se invitan a bodas y bautizos, de los que pasan largas horas de charla, contando secretos, (incluso más de lo debido). Es más, en una ocasión, Maikel paró en mitad de un concierto, sólo para cantarme una canción por teléfono, en una fiesta de cumpleaños absolutamente inolvidable y llena de sorpresas (en esa misma fiesta, Portu, mi voz favorita de Modestia Aparte, y mi marido, consiguieron el más difícil todavía, cantando y tocando, también por teléfono, la mítica Ojos de Hielo, desde dos ciudades diferentes).

Pero no creo que me ciegue el cariño. Si os gustan las canciones de amor roto, de desengaño, si alguna vez habéis querido explicar cómo se siente un corazón destrozado, pero no habéis encontrado la manera de expresarlo, seguro que una de sus canciones lo hace. ¿Las habéis escuchado? No perdáis la ocasión; el jueves 13 podréis hacerlo en el Auditorio de San Francisco de Ávila. Absolutamente recomendables.

Publicado en Tribuna de Ávila