Concierto en el O2 de Londres, segunda noche, y aún así abarrotado. Y eso que al principio nos pareció que había poca gente; y es que en la entrada nos habían «engañado», diciendo que el show empezaba a las 19.30, pero era el telonero, unDJ que ha pinchado exactamente 40 minutos de música de los 80. Muy oportuno. Y pensar que hemos tenido que coger un taxi, (bueno, un Uber, que aquí son legales, y funcionan de maravilla), para no llegar tarde. Lo largo que se me ha hecho el camino…
Esta gira tiene como leit motif la película documental que se estrenó el pasado año, y en la que, por fin, se sabe de los gravísimos problemas que tuvieron entre ellos, de los que no todo el mundo tenía noticia.
Después de tanta espera, por fin el éxtasis. Perfecto repertorio, que incluye, al menos, una canción de cada uno de sus álbumes, con especial hincapié en los primeros años. Un medley de canciones, con Gary en los teclados y Steve en la guitarra, que incluye temas prácticamente desconocidos para buena parte del público, como Reformation, Mandolin, Confused, o The Freeze ha sido todo un acierto, (sólo tengo un pero: el sonido durante esos temas se ha descompensado, -supongo que involuntariamente, no porque buscaran el sonido del Blitz en el final de los setenta); gran parte de la audiencia se ha vuelto a sentar mientras sonaban. Cosa que he agradecido.
Porque yo una vez que me he puesto de pie, como el resto del público, con Hihgly Strung y Only When You Leave, ya no me he sentado. Ya les les he dado cuartelillo con Soul Boy, la canción con la que han abierto el show, para darles tiempo a calentarse. Y lo de cantar cada una de las canciones de arriba a abajo, no lo he perdonado. Perdona, bonita, pero me he venido desde España para disfrutar plenamente del concierto. Si eres una grulla y te molesta que cante, haber venido ayer, que tú vives en Londres, supongo.
Pero es que claro, si luego van a seguir con How Many Lies y Round and Round, mi canción favorita del grupo, al 50% con Through The Barricades, y si Steve va a seguir siendo tan sexy tocando el saxo, las percusiones, la guitarra, o haciendo coros, cómo pretenderán que me calme…
Y ahora que están calentitos, (piensa el grupo) nos quitamos del tirón las otras dos canciones nuevas, This Is The Love y Steal, y podemos pasar al momento nostalgia, con Chant No 1, el medley, To Cut A Long Story Short, y una de las canciones del último disco «de verdad» del grupo (Heart Like a Sky, el menos conocido): Raw.
Y luego un detalle para lucimiento de John Keeble a la batería y Steve Norman a la percusión, y para que a mi me suba la fiebre aún más. Glow, una de esas rarezas que fue cara b, y single sin álbum.
Y entonces Tony Hadley y Gary Kemp aparecen en mitad del O2, y tocan a guitarra y voz otra de mis debilidades, Empty Spaces. Y nos engañan tocando un Gold acústico, para, a continuación, volver al escenario pasando a un metro de mi. Dad gracias a que eran ellos, y no el saxofonista, porque, en ese caso, a lo mejor estaría escribiendo esto desde el calabozo, donde mi marido me habría dejado cumplir condena…
Volvemos a una de las canciones menos conocidas, Once More, una declaración de intenciones, con la cual los dos bandos de la banda se daban una segunda oportunidad, y nos regalaban el primer disco en veinte años.
Y ya se vislumbra el final. I’ll Fly For You entre nubes, Instinction, y Communication, Lifeline y True así del tirón para cerrar el «tiempo de juego» del concierto.
La prórroga comienza con imágenes del documental, donde se cuentan los malos momentos que atravesaba la banda en la época de Through The Barricades, y para demostrar que ya no hay rencores, nuevamente Tony y Gary (extraño el poquísimo protagonismo de Martin Kemp, especialmente atractivo con su nuevo look de pelo completamente blanco) comienzan tocando solos, hasta que se une el resto para terminar la apoteosis del tema.
¿Creeíais que con lo de antes fue suficiente? Por supuesto que no, un concierto de Spandau Ballet solo puede terminar con Gold.
Y así, con el grupo despidiéndose, y dando gracias al público, a la familia y los amigos que han ido a verles y la cuña publicitaria de Tony y su cerveza (ha bebido agua casi todo el tiempo), se han ido mientras yo lloraba de emoción, de pena porque se hubiera acabado (si por mi hubiera sido, habrían estado dos o tres horas más en el escenario, para aprovechar las mejores entradas que he tenido nunca) y para descargar la tensión acumulada estos meses de espera.
Spandau Ballet, del Blitz al O2, pasando por Wembley y los tribunales.
Y para concluir, el capítulo de agradecimientos. Los míos:
-A Tony Hadley, por su maravillosa voz y el título de este post, una de las frases que ha utilizado esta noche.
-A mi familia, por haberme dejado disfrutar de este momento inolvidable.
-A Chus, por ayudarme a realizarlo. No, no he traído los vaqueros que me pintaste en el 85 con la paloma de Spandau, cuando Tony Hadley y yo éramos delgados, y que ya entonces me estaban ajustados.
-A Juan y Mila, por vuestra paciencia, y por un maravilloso regalo. La distancia no siempre es el olvido. No tengo palabras.
-Y a Spandau Ballet, por otra noche mágica. Y ya van cuatro.
Solo quiero recordaros que mi cumpleaños es el 12 de Mayo…
Fotos hechas con un iPhone 4 roto.