Ninguna gracia

Otra vez vuelvo a poner la nota discordante en la opinión general. Ante todo diré que, cuando todo el mundo se llevaba las manos a la cabeza por el cast de Joaquin Phoenix como el nuevo Joker, yo supe que iba a sorprender, para bien, a todos. Y todos tenemos ya claro que va a ganarse, al menos, la nominación al Oscar.

Es verdaderamente desesperante que las dos únicas opciones para ver una película en Ávila sean verla en versión doblada o no verla. En los años que llevo viviendo en esta ciudad, he ido al cine en las contadísimas ocasiones en las que esperar dieciséis semanas para la publicación del BluRay quedaban totalmente descartadas. Tardé cuatro días en ver Avengers Endgame, y tuve que vivir prácticamente encerrada en una burbuja. ¡Si tuve que amenazar “de muerte” a unos chicos que comentaban la película en la calle! Eso sí, el mismo día en que salió a la venta, pude, por fin, quitarme el mal sabor de boca del absurdo doblaje con acento ruso de la Bruja Escarlata, y la delirante voz aguda de Thor. ¡Thor! ¡El dios del Trueno! ¿En qué estaban pensando?

Es una pena el hecho de que, de Joker, nunca conoceré el cincuenta por ciento de la interpretación de Phoenix, esa voz y esa risa que tardó meses en perfeccionar, mientras perdía kilos y kilos de peso para el papel. Por que no tengo ninguna intención de volver a ver esta película, que, ojo, merece todas las buenas palabras que ha recibido de la crítica, e incluso, estoy segura, de que gustará al mismísimo Martin Scorsese, pero en la cual no estoy dispuesta a invertir otras dos horas de mi vida. Prefiero ver, por enésima vez, la primera de Vengadores.

No me canso de repetir que no entiendo la política de dispersión que DC/Warner tienen con la adaptación al cine y la televisión de sus cómics. No quiero decir que en Marvel sean perfectos, pero, nadie negará que tanto sus series como sus películas procuran llevar una congruencia y un camino común (aunque la antigua Fox y Sony se empeñen en llevarme la contraria). No hace falta mucho. Solo necesitas una referencia a la batalla de Nueva York en la primera temporada de Daredevil, por ejemplo. Y no reinventar los mismos personajes una y otra y otra vez, con diferentes actores, y diferentes backgrounds.  ¿Cuántos Jokers diferentes hemos tenido, solo en la última década? ¿Por qué no aprovechar a un Flash con seis años de experiencia y millones de fans, como Grant Gustin, para poner al payaso de Ezra Miller? ¿No hay más villanos enemigos de Batman y Arrow que Slade Wilson?

La verdad es que DC es capaz de regalarnos una serie, de las de no perderse, como Titans, en mi top diez de series actuales, y conseguir que los fans del Arrowverso estemos a punto de tirar la toalla, gracias a la decadencia de las series de la familia. Legends of Tomorrow perdió el interés en el momento en que pasó de ser una serie simpática, que recuperaba un montón de personajes queridos por la audiencia, para convertirse en un pastiche infumable sin pies ni cabeza. O alguien mata, envía al futuro, al pasado, o a la nave de los Legends a Iris West-Allen o mucho me temo, que después del crossover de este año, The Flash pasará a la lista de “ver cuando no tenga otra cosa mejor que hacer”. Lo mismo pasa con Supergirl, pero al revés. ¿Quién fue la cabeza pensante que permitió que Mon-El y Winn abandonaran la serie a la vez? El otro día pregunté en Twitter razones que me animaran a ver la nueva temporada. Las respuestas fueron que ahora lleva pantalones (razón de peso, donde las haya) y Supercorp (la relación, presuntamente romántica, entre Kara y Lena). ¿O sea que un motivo para ver la serie es que Kara no solo va a olvidar a Mon-El, con el que hacía una de las parejas con más química de la televisión, sino que encima va a ser con una mujer? ¿Y el pobre Oliver Queen va a dar su vida por salvar la de estos dos? Pero, espera, que nos preparan otro spin-off de la futura-difunta Arrow,  serie dedicada solo a las Canarys. Otra solo mujeres, qué original.

Que me voy por las nubes, ¡cómo no me habéis dicho nada? Que yo había venido aquí a hablar, no de mi libro, sino de Joker. Os diré que lo que más me gusta de la película es la música, y de la interpretación del protagonista, el “bailecito” en las escaleras en el tramo final de la película. Ya he dicho que la actuación (la mitad que pude ver) de Joaquin Phoenix me parece enormemente destacable, en una historia que no aporta nada importante. La única conclusión que saco, es la transformación de un loco, en un loco malo, (aunque, no os voy a engañar, lo esperaba más malo aun). Lo cual es de esperar después de todas las cosas terribles que le han pasado en su vida. Ah, y que, maten, cuando y como maten, a la madre de Bruce, siempre le rompen el collar de perlas.

El personaje de Robert de Niro lo podía haber hecho cualquier otro actor, ya que está ridículamente desaprovechado. ¿Imagináis a Ellen, James Corden, o al patrio Buenafuente teniendo a un asesino que confiesa en directo  en el sillón de su plató, y no aprovechar para convertirse en los números uno de la audiencia (vivos)? Por otro lado, ¿qué importancia real tiene la vecina en esta historia que él imagina? ¿De verdad es Thomas Wayne un déspota sin sentimientos? ¿Y Bruce tan tonto como parece? ¿La idea es que odiemos al héroe, para coger cariño al villano? ¿Que un tipo que mata, solo en su tiempo en pantalla, a seis personas, incluida su madre (muerte de la que nadie sospecha, por muy enferma que estuviera), pase a ser nuestro personaje favorito, porque la sociedad es cruel y los ricos son malvados?

Qué queréis que os diga. Estoy chapada a la antigua, prefiero que me guste el héroe que arriesga su vida por salvar las de otros, a pesar de que asesinaron a sus padres, delante de él, cuando era solo un niño (tonto).

Publicado en Tribuna de Ávila.