Cómo perder la cabeza (Head over heels)

Para mi el cine es entretenimiento, diversión, fantasía. Evasión. Utilizo las películas para huir de los problemas de cada día, de la crisis, del trabajo… Por eso me gustan tanto las comedias románticas. Es un género despreciado por mucha gente, sobre todo los críticos, pero que, para mi, y para mucha gente como yo, cumple exactamente su función. Salir del cine o apagar el reproductor de DVD con una sonrisa en los labios. Así, a pesar de su mala reputación, la fórmula de chico conoce chica, chico y chica se enamoran, la cosa se lía, parece que todo va a acabar mal, pero se soluciona, y acaba, normalmente, con un beso, tiene muchas horas agradables que ofrecernos todavía.

Si tuviéramos que hacer una lista con las mejores comedias románticas del cine, supongo que Historias de Filadelfia (1940), La costilla de Adán (1949), Sabrina (1954), Confidencias a medianoche (1959), Descalzos por el parque (1967), Cuando Harry encontró a Sally (1987), Pretty Woman (1990) o Algo para recordar (1993) ocuparían los puestos de honor. Pero hay muchísimas más…

Y voy a empezar por una muy poco conocida: Cómo perder la cabeza (Head over heels), una película de 2001, protagonizada por Monica Potter y Freddie Prinze Jr., a los que acompañan Shalom Harlow, Ivana Milicevic, Sarah Murdoch y Tomiko Fraser.

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Amanda es una restauradora de arte del Museo Metropolitano de Nueva York, con muy mala suerte en su vida amorosa, que alquila una habitación (más bien se podría decir que es un armario) en un piso ocupado por cuatro modelos, de esas que entre desfile y desfile, tienen una lista de espera en la puerta de su casa de hombres jóvenes y, sobre todo, ricos que quieren llevarlas a cenar. Desde la “ventana indiscreta” de su nueva casa Amanda puede seguir al detalle la vida de Jim Winston, un chico al que ha conocido por casualidad, y cuya atracción mutua es evidente.

Una noche desde su observatorio puede ver, incrédula, cómo Jim mata a una chica en el salón de su casa. Sin embargo la policía no encuentra ni el cuerpo, ni evidencia alguna de que se haya cometido un asesinato en aquel piso. Las cinco compañeras de piso deciden entonces investigar, para saber qué ha pasado y si Jim es el buen chico que parece ser, o un asesino despiadado. Por supuesto, esto da lugar a una serie de situaciones inesperadas (con un par de escenas escatológicas absolutamente prescindibles), y al descubrimiento de que Jim, después de todo, no era lo que decía ser…