El otro día en la librería cayó en mis manos un libro de Cristina Prada (de la que aún no había leído nada), y por algún motivo que desconozco me llamó la atención. No iba mal encaminada, porque me lo leí entero aquella misma noche.
Los chicos malos apuestan, las chicas listas ganan es una novela romántica actual (un poco menos explícita que otras de su categoría, pero solo un poco) que aunque está realmente mal escrita (si alguien más llega a «dejar escapar el aire de sus pulmones» una sola vez más, creo que habría sido capaz de lanzar el libro por una ventana, al más puro estilo Bradley Cooper), pero que cuenta una historia de amor de las que te enganchan.
Daniela dice que es una chica «normal». Todo lo normal que puede ser la hija de un diplomático, que vive en La Finca, (lugar que alguien ha movido de Pozuelo, para colocarlo en Madrid), en una casa con jardín y una estupenda piscina, y que, sin embargo, no ha visitado nunca Nueva York. En lo de normal, se refiere, a que tiene un trabajo que odia, unas amigas con las que tomarse unas Mahous heladas, y un novio, del que no está enamorada, para pasar más o menos el rato. En lo de normal se refiere, también, a que no es ni muy alta, ni muy guapa, ni tiene un gran tipazo. Es eso, normal.
Rico León es el prototipo de chico malo. El rey del extrarradio. Guapo, tipazo, las chicas caen a sus pies rendidas, aunque él presume de ser muy selectivo. Trabaja en el taller de coches de su abuelo, aunque lo que, de verdad, le da dinero, son las carreras de coches ilegales. Luego está la faceta desconocida de Rico. Esa en la que ejerce de padre (el auténtico deambula borracho por las calles de Madrid, algo que antes hacía en compañía de una madre con poco instinto maternal, que murió hace algunos años) de sus tres hermanos pequeños: Aitana de diecisiete, casi dieciocho años, Suso de once, y la pequeña y adorable Mati de seis. Los cuatro viven en una casa de protección oficial de Vallecas. Su otro hermano, Hugo, (trepa, embustero, que se avergüenza de su familia y de su barrio) ayuda más bien poco, tirando a nada. Afortunadamente, los León sí cuentan con la ayuda de Héctor, el mejor amigo de Rico, su «hermano» de elección, que siempre, siempre, está dispuesto a echar una mano en lo que sea.
Si no te enamoras de Rico en el segundo capítulo, no sigas leyendo el libro.
Daniela y Hugo fueron novios. La cosa no acabó precisamente bien. Desde entonces Rico la odia. Menos mal que no se han vuelto a ver. Pero, claro, las cosas siempre se pueden enredar. Y es que la ex-mujer del actual «novio» de Dani, es la «novia» de Rico. Y después de todo este tiempo, se van a reencontrar. Y van a saltar chispas por todos lados.
Y hasta aquí puedo leer, que diría Mayra. Si quieres saber más.. Ya sabes.