No me canso de deciros que las series basadas en cómics, en general, y en superhéroes en particular están de absoluta actualidad. Y esta semana los protagonistas son un grupo de adolescentes llamados los Runaways.
Lo primero de todo, si habéis leído los cómics, ya sabéis cuál es mi mantra: “La adaptación no puede ser idéntica al original”. Demasiado centrada en la historia de los padres, a veces se nos olvida que los protagonistas son los chicos.
Nos ponemos en situación. La pandilla formada por Alex Wilder, Karolina Dean, Gert Yorkes, Chase Stein, Molly Hernández y las hermanas Nico y Amy Minoru, sufrió brutalmente cuando esta última se suicidó. Amigos desde la más tierna infancia, cortaron cualquier relación, sobrellevando el golpe cada uno a su manera.
Sus padres, sin embargo siguen siendo amigos, y algo más. Una abogada casada con un agente inmobiliario de alto standing, un ingeniero industrial, un matrimonio de informáticos, otro de biólogos, la cabeza visible de una secta. ¿Qué podrían tener en común? Todos ellos forman una sociedad secreta llamada “Pride”, a la que todos aportan algo, ese algo por lo que fueron elegidos.
Un día la pandilla, por distintos motivos, se ve obligada a volver a juntarse, coincidiendo con una de las reuniones de sus padres en Pride. Lo que los chicos no esperan es descubrir a sus progenitores, con las manos en la masa, en lo que tiene toda la pinta de ser un asesinato.
Juntos deciden investigar, y averiguar si sus padres son esos profesionales adinerados que aparentan ser, o si, en realidad son asesinos en serie. Y de paso irán conociéndose entre ellos y a sí mismos, con descubrimientos realmente interesantes. Y hablo de superpoderes.
Porque resulta que Karolina, hija de la gran “sacerdotisa” y de un actor de televisión que fue un ídolo juvenil, en el momento en que se quita por primera vez un brazalete que su madre le obliga a llevar, como símbolo de su iglesia (ja), descubre que brilla (nada que ver con los vampiros de Crepúsculo), y que puede volar.
Molly es la más pequeña de todos. Es huérfana, (y ha sido criada por los padres de Gert), y al desarrollarse como adulta, ha descubierto que tiene una superfuerza (que sólo se manifiesta cuando está asustada o enfadada). Eso sí, cuando la utiliza se queda prácticamente sin energía, y se duerme en cualquier esquina.
Gert es una activista feminista, con debilidad por Chase (el guapo de la pandilla), y que descubre que puede dominar a un “simpático” dinosaurio que sus padres han creado, al más puro estilo Parque Jurásico, y que la obedece como un perrillo.
Chase no es sólo guapo. Es extraordinariamente inteligente (como su padre, inventor del coche sin conductor), pero nunca lo ha demostrado. En parte por culpa de su padre maltratador. Sin embargo, en una situación de necesidad como esta, construye unos guantes mecánicos que le proporcionarán la fuerza que necesita. Ah, y está loquito por Karolina.
Nico es la que más ha sufrido. Tras el suicidio de su hermana, su madre creó una barrera, que nadie consigue atravesar, ni ella ni su padre (que se buscará el cariño en brazos de la madre de Chase). Sin embargo, una de las “creaciones” de su madre (genio de la informática), una especie de cetro egipcio, que puede darle lo que quiera, también la obedece a ella, al compartir el adn de su madre.
A Alex se le dan bien los ordenadores. Muy bien. Es el cerebro del grupo. Y el responsable de la reunión. Fue en su casa donde se cometió el asesinato, y pronto va a descubrir que el pasado de su padre (ex-convicto que se casó con su abogada) no es tan limpio como él imaginaba. Al menos tiene a sus nuevos-viejos amigos, y, sobre todo, a Nico, para compensar.
La serie se emite en HBO, ha sido renovada para una segunda temporada y cuenta con algunos actores que conocimos en otras series como Spike el (otro) vampiro que enamoró Buffy, la madre de los hermanos Salvatore, el novio de Alex, la de Waverley Place, el demonio que se casó con Phoebe Halliwell, la bruja que enamoró a Kol Mikaleson… Y si os lo preguntáis, sí, hay cameo de Stan Lee.
Publicado en Tribuna de Ávila