Cuando escribí mi post sobre chicas guerreras, hace poco menos de un mes, (por cierto, ¿donde están todos esos manifiestos sobre mujeres unas semanas después del 8 de marzo?), preguntaba por otras protagonistas femeninas de series de las que os hubiera gustado que hablara, y de entre ellas he elegido hoy a dos. Alex Parrish y Kara Danvers.
Alex Parrish es agente del FBI, y parece que alguien le ha tendido una trampa para que crean que es la autora de un atentado en la Estación Grand Central de Nueva York. Para averiguar la verdad, habrá que desenrollar una embrolladísima madeja cuyo hilo empieza algunos meses atrás, en la academia de Quantico, donde conoceremos a toda una promoción de aspirantes a agentes y (casi) todos los secretos que guardan (que son unos cuantos).
Alex, interpretada por Priyanka Chopra, conocida actriz de Bollywood, y una de las mujeres más guapas que he visto en mi vida (no en vano ganó el certamen de Miss Mundo en el año 2000) empieza su andadura en Quantico con, digamos, el pie izquierdo. En el avión de camino a la academia, conoce a un chico con el que termina teniendo un rollo de un rato en su coche nada más aterrizar. Pronto va a descubrir que Ryan Booth, casualmente (o tal vez no) es uno de sus compañeros.
Sigamos conociendo personajes. Simon Asher es gay (o al menos eso dice él), y es un judío ortodoxo que pasó algún tiempo en Palestina. Shelby Wyatt es una acomodada niña mimada, que perdió a sus padres en uno de los aviones del 11S. Caleb Haas es hijo de agentes del FBI (su padre es Mark Pellegrino, -mi Lucifer favorito con permiso de Tom Ellis- y su madre es -la desesperada- Marcia Cross) y (quizás por eso) es algo retorcido. Nimah y Raina Amin son dos gemelas (interpretadas por una única actriz, la libanesa Yasmine Al Massri), cuya misión es pasar por una sola persona y que nadie se entere. Natalie Vasquez es una atractiva (todos los son, dicho sea de paso) policía, algo agresiva y muy competitiva. Elias Harper es un abogado gay (este sí), que quiere convertirse en analista del FBI (y está interpretado por Rick Cosnett, que fue, entre otros personajes CW, Eddie Thawne en The Flash, y que es el responsable de que yo viera esta serie en primer lugar, atraída por las fotos que publicaba en su cuenta de Instagram). No sabemos mucho de Brandon Fletcher, que apareció de repente en el quinto episodio (aunque en la serie nos hagan creer que siempre estuvo ahí); no me habría dado cuenta de ello, si no hubiera sido porque Jacob Artist (el actor que le da vida) es uno de los chicos de (la segunda hornada de) Glee (que interpretaba al novio del personaje de Melissa Benoist, alias Kara Danvers. En el mundo de las series todos están relacionados).
No toda la historia se centra sólo en los estudiantes de la academia. Miranda Shaw es la mujer que más alto ha llegado en el escalafón del FBI en la historia de la Institución, pero quiere romper esa barrera. Tiene a su cargo (además de un hijo conflictivo) a los cadetes y a Liam O’Connor, un amigo (con el que tiene un «pasado») que también tiene algo (o mucho) que ocultar.
Y de todo ello nos iremos enterando en dos historias paralelas, la presente, que comienza minutos después del atentado, y la pasada, que transcurre durante los nueve meses anteriores, justo el día de inicio del curso.
Argumento de máximo suspense y giros inesperados, que termina cada episodio con una nueva sorpresa y que recuerda a esas otras grandes series del género, como 24, (con una primera temporada inolvidable, y que luego fue cayendo en picado, y perdió en interés y originalidad; yo me bajé del carro cuando Jack Bauer se liberó con los dientes de su captura por la mafia china). Ya se ha confirmado la segunda temporada, y esperemos que sea tan buena como esta. Se emite en AXN y Netflix. Muy recomendable.
En el caso de Kara Danvers, en vez de chica de hierro, lo ideal sería llamarla chica de acero, ya que Kara Zor-El (que es su verdadero nombre) es, en realidad, la prima de Kal-El, alias Superman, y, tiene sus mismos poderes. De ahí que todo el mundo acabe conociéndola como Supergirl.
Supergirl es otra serie del productor Greg Berlanti, (como Arrow, The Flash y Legends of Tomorrow), del cual soy fan declarada. Esta, como sus otras series, (de las que ya he hablado en ocasiones anteriores) tiene un aire desenfadado y alegre, a pesar de la oscuridad que pueda emanar de algunos de sus protagonistas, incluye caracteres más o menos cómicos y múltiples crossovers (personajes que «viajan» como invitados a otras series, que en ocasiones obligan a los espectadores a verlas, aunque no fuera esa su intención, si quieren no perderse el argumento principal), que resultan aún más llamativos cuando se producen entre shows de diferentes canales. Y fue un crossover el que me decidió a ver Supergirl. Vi el primer episodio, y aparqué la serie, (esperando retomarla entera cuando acabara la temporada, al estilo Netflix); pero el crossover con The Flash (con una audiencia de más de siete millones de espectadores en USA) tuvo mucho peso en mi decisión de no esperar tanto.
Otro de los motivos (personales) para verla era Melissa Benoist, (para mi gusto) la actriz más desaprovechada de Glee. La más guapa (¿os habéis dado cuenta de que hoy sólo hablo de mujeres guapas?), y una de las mejores voces del cast, fue una de las consecuencias más visibles del efecto Ryan Murphy. Hubiera sido un buen guiño que durante la visita de Barry Allen a National City, hubieran ido a un karaoke o algo así, y haberles oído cantar (para los que no lo sepan, Grant Gustin, también fue un chico Glee).
La historia de Kara Zor-El está muy relacionada con la de su primo (al que se menciona constantemente, pero al que, obviamente, nunca se ve). Sus padres la enviaron siendo una niña a la Tierra, cuando Krypton estaba al borde de la destrucción, para que cuidara de él, entonces un bebé. Pero la cápsula en la que viajaba quedó atrapada en una zona fantasma (donde también se encontraba, oh casualidad, la cárcel donde la madre de Kara, Alura, enviaba a los delincuentes condenados a prisión; incluida Astra, su propia hermana gemela), y cuando por fin queda liberada y llega a nuestro planeta, se encuentra con que ella es aún una niña, pero su primo ya es Superman.
Así que, adoptada por una familia casi normal, empieza a vivir una vida ordinaria, ocultando sus poderes, hasta que un día, ya adulta, y trabajando como asistente de Cat Grant, una reina de la comunicación (interpretada por Calista «Allie McBeal» Flockhart de Ford), se ve obligada a salvar un avión en el que viaja su hermana (Chyler Leigh, la hermanísima, que también fue la llorada Lexie Grey), descubriéndose ella y sus poderes.
Recién nombrada Supergirl (nombre que le pone su propia jefa), y manteniendo su identidad secreta oculta tras unas gafas de ver y una coleta, va a descubrir que su hermana, en realidad, trabaja para una agencia súper secreta, que lucha contra los extraterrestres (aquellos presos que, involuntariamente, Kara atrajo a la Tierra cuando su cápsula fue liberada de la zona fantasma, que siguieron su estela, y ahora pretenden vengarse de aquella que les condenó, en la persona de su hija y) que suponen un peligro continuo para nuestro planeta.
Por supuesto, Kara cuenta con su propio equipo. Un tremendo Jimmy Olsen, que se traslada desde Metropolis (al final será Kal-El quien cuide de ella y no al revés) y Winn Schott, el informático de la empresa, y su mejor amigo (aunque a él, en realidad, lo que le gustaría sería abandonar la “friend-zone” y ser algo más). Ellos junto a su hermana y el jefe de esta, Hank Henshaw, tendrán que luchar contra las amenazas extraterrestres (y algunas terrestres, como Maxwell Lord, en el cuerpo de un Peter Facinelli sin pelucas) que acechan.
No se emite en España, aún, pero no perdamos la esperanza. Tampoco se ha anunciado su renovación, aún, pero (al menos yo) no pierdo la esperanza. Si la CBS no se anima, igual CW podrá añadir una serie más a mi colección.
Perdón por poneros los dientes largos con una serie que no está disponible todavía, pero en ocasiones hablaré de cosas que, realmente merecen la pena, y que nos estamos perdiendo.
Publicado en Tribuna de Ávila