Rarita y adorable, de Sarra Manning

¡Jeane, dime cómo lo haces! Yo también quiero tener cientos de miles de followers en Twitter, gracias a un blog en el que hablo de lo que me gusta… Claro que yo hablo de libros o películas y series, y tu eres la abanderada del «movimiento raro» y encima te forras, participas en congresos, viajas por todo el mundo (con los gastos pagados) y tienes hasta tu propia tienda on-line.

Con diecisiete años vives sola en un apartamento en Londres, algo poco habitual. Cuando tus padres se divorciaron, tu hermana mayor y tú os fuísteis a vivir juntas compartiendo piso. Y cuando le ofrecieron una beca para trabajar como pediatra en un hospital en Estados Unidos, conseguiste la emancipación, con la condición de seguir yendo al instituto hasta terminar tu etapa escolar, y comer bien y mantener limpia tu casa. Bueno, hasta ahora cumples con uno de los requisitos. Supongo que vivir como si tuvieras síndrome de Diógenes y comer casi exclusivamente ositos de gominola de Haribo no es exactamente lo pactado, aunque la marca de «chuches» se empeñe en decir lo saludables que son, con su zumo de frutas y todo eso.

rarita y adorableNo eres una belleza. Eres bajita, no estás especialmente delgada, y vistes… Bueno, ahí radica uno de los secretos de tu éxito como «gurú de la rareza». Primero llevabas el pelo teñido de gris, y vestías con faldas y jerseys de vieja. Luego te teñiste el pelo de color melocotón, y empezaste a vestir como una princesa. El caso es que combinas de manera inexplicable prendas que nadie compraría, y, en ti, quedan bien. Eres la reina de los mercadillos y de las tiendas de segunda mano.

No es de extrañar que a Michael Lee con su aire exótico, sus camisetas de Abercrombie, sus buenas notas y su aura de buen chico le parezcas un bicho raro y le caigas un poco mal. Y es que si no sospechara que su novia y tu novio tienen en común algo más que unas clases particulares de matemáticas, creo que nunca habría hablado contigo.

Pero mira tú por dónde que al final vas a acabar cayéndole un poco mejor. Te lo digo yo, que no sólo leo lo que tú piensas, sino que uno de cada dos capítulos, me los cuenta él. Y sé que desde ese primer beso, que te dió más por callarte que por pura atracción, las cosas van a cambiar.

Si es que ya lo digo yo siempre: a veces un beso es suficiente…