Que la suerte esté siempre de vuestro lado

Hubo una época en que a una mujer adulta no se le habría ocurrido leer libros para adolescentes, salvo contadísimas excepciones. Naturalmente, siempre ha habido historias que superan los límites de la edad y el tiempo, como las novelas de Salgari o las aventuras de Harry Potter.

Y entonces llegó Crepúsculo, y las fronteras se eliminaron. Cientos, miles, mareas de mujeres, jóvenes y algo más «talluditas» se enamoraron de Edward Cullen (o de Jacob Black, aunque yo siempre fui Team Edward). No sólo por su condición de vampiro (u hombre lobo) enamorado (el Drácula de Bram Stoker ya lo era), sino, también, por todo lo demás. Este fenómeno propició que las películas (mucho más malas aún que los libros) triunfaran (a pesar del poco presupuesto con el que contaron, sobre todo en maquillaje y peluquería); eso y el hecho de la acertada elección de su protagonista masculino y de su antagonista (que estuvo a punto de perder el papel por no estar suficientemente musculado). Me guardaré mis opiniones en cuanto a la actriz que encarnó a Bella Swan.

 

 

Este éxito cinematográfico abrió los ojos de las productoras, que empezaron a invertir, de verdad, en las adaptaciones cinematográficas de libros que habían continuado la estela de éxito de la saga de Stephenie Meyer. Algunas con mejor resultado que otras. Hermosas Criaturas fue un desastre absoluto y Cazadores de Sombras ha conseguido reponerse en su readaptación a la pequeña pantalla (que no es mejor que la película, pero, para alegría de sus fans, ha sido renovada para una segunda temporada).

Otras han tenido más suerte, y, sobre todo, mucha más inversión económica (en efectos especiales o maquillaje, por ejemplo) como las sagas Divergente, El Corredor del Laberinto (el rodaje de la tercera película ha tenido que posponerse unas semanas, debido a un grave accidente en el set de Dylan O’Brian, su protagonista) o Los Juegos del Hambre.

 

 

Con el lanzamiento en DVD de la cuarta película, Sinsajo, parte 2 (no entiendo la necesidad de dividir en dos películas los últimos libros de cada saga, aparte del económico, claro está), acaba una era para los fans de esta saga, autodenominados “Tributos”, como los chicos que eran enviados a la arena (y, dicho sea de paso, rivales de los “Twihards”, o fans de Crepúsculo; en los fandoms siempre hay guerras). (Por si os pica la curiosidad, yo soy Twihard).

Nadie puede negar la calidad de estas cuatro películas. Con una enorme inversión y una excelente elección del cast: Una Jennifer Lawrence como protagonista femenina, con un luminoso futuro (y con un Oscar ya en su haber), y dos guapos actores para darle réplica, aunque Josh Hutcherson parezca (muchísimo más) bajito (aún) junto a un Liam Hemsworth de poco menos de dos metros.  Cuenta también con Julianne Moore, Stanley Tucci, Elizabeth Banks, Sam Claflin o Philip Seymour Hoffman (que murió entre las dos partes de Sinsajo, pero que había dejado prácticamente todas sus escenas grabadas).

 

Por si alguien no conoce la historia, sólo contaré el argumento del primer libro, (o la primera película) para no caer en el spoiler, pero ya os puedo adelantar que Katniss, Peeta y Gale sobreviven, por lo menos hasta la mitad del tercer libro (no es un spoiler, sólo hay que ver las carátulas de los DVD). Y, como sucede con otras historias para jóvenes, va creciendo con sus lectores y se va volviendo cada vez más sangrienta y, sobre todo, más cruel (sobre todo en los libros).

El caso es que nos encontramos ante un futuro distópico de lo más negro. Estados Unidos se ha convertido en Panem, un país dividido en trece departamentos. Bueno doce, en realidad, puesto que el decimotercero se levantó contra el Capitolio hace tres cuartos de siglo, lo que provocó su destrucción. Cada uno de los departamentos se encarga de los suministros del Capitolio, bajo la tiránica mano del Presidente Snow (interpretado en la película, nada menos, que por Donald Sutherland).

Katniss pertenece al doce, el de la minería. Dado que en su departamento sólo hay minas de carbón, y el alimento que llega es poco, los niños del doce tienen que aprender a buscarse pronto la vida. Katniss y su mejor amigo Gale (huérfanos de padre ambos, por un derrumbamiento de la mina, y con hermanos pequeños a los que cuidar) suelen cruzar la valla electrificada, que casi nunca está en funcionamiento, y escapar al bosque, donde, armados con un arco, unas flechas y un cuchillo, han aprendido a cazar, y a recoger frutas y plantas medicinales, que cambian en el mercado negro.

Y una vez al año, esos mismos niños, y los de los demás departamentos, entre los once y los diecisiete años, entran en un macabro sorteo: El de los Juegos del Hambre. Para que ningún departamento en todo Panem olvide el levantamiento y destrucción del trece, cada año pagan un tributo: un chico y una chica de cada uno de los doce es enviado a un escenario diferente. Allí, y en directo en todas las televisiones del país, deberán enfrentarse entre ellos, hasta que quede solo uno. A muerte.

 

 

Cuando Prim, la hermana de Katniss es elegida para ir a la Arena este año, ésta sólo puede hacer una cosa: Ofrecerse a sustituirla, y dar por ella su vida, si es necesario.

Así que con su amuleto en la mano, y en compañía del otro participante, Peeta, un chico al que apenas conoce, de Haymitch (Woody Harrelson en la pantalla) el hasta ahora único ganador de los juegos de su distrito, y su equipo de estilistas, peluqueros y maquilladores (no deja de ser un show televisivo), encabezado por Cinna (Lenny Kravitz), intentará sobrevivir a los juegos del Hambre en su edición número setenta y cuatro. Y con ella nacerá la leyenda del Sinsajo.

 

 

Las cuatro películas están ya en DVD y BluRay. Los tres libros llevan años en el mercado. Muy recomendables, pero a partir de los trece o catorce años.

Publicado en Tribuna de Ávila